¡ Què hermosa eres, amada mìa!
No hay defecto en ti
(Cantares 3:7)
Me lo dices a mi?
Què ves en mi que piensas de esa manera?
Còmo tù puedes ver lo que yo no veo?
Muchas veces estas preguntas calaron muy hondo en el fondo de mi corazòn. Ese lugar tan oscuro, tan agreste, tan insipido y tan negro donde pensar en la luz, era sòlo una utopia.
Precisamente, hasta ese lugar llegò Èl, con sus manos llenas de ternura, con su corazòn expectante, con su mirada llena de dulzura y con cuerdas de amor me atrajo hacia èl para abrazarme y elevarme por encima de las nubes.
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